La Política no es portación de apellido, ni los cargos son hereditarios, ni bienes de familia.
La política no es stand up, ni acting mediatizado. No es un globo amarillo ni un par de dedos en V.
La política no es milagrosa, ni mágica. La política no es un negocio. Tampoco las políticas de salud ni de educación política son un gasto.
La política no es una carrera personal ni un proyecto individual. La política no es una solución en sí misma; es el tránsito colectivo en la búsqueda permanente del bien comun y de la justicia social.
La política es compromiso y solidaridad. Es estudio permanente, es servicio público y es obligación personal.
La política no es mala, ni egoista, ni ladrona, ni sirve para hacernos ricos.
No es la política la que hace que un candidato se convierta en ladrón, es nuestro voto el que convierte a un ladrón en político.
Todos somos políticos porque todas y todos somos el producto social y cultural de políticas.
Otorgar representación política, es pensar, entre otras cosas, cómo, para qué, por qué y en quiénes debe recaer semejante sustantivo y, a la vez, adjetivo.