Años de gestiones que definen la epopeya del desmanejo en el ejercicio del poder, un yerro que podría ser caracterizado como una carrera de postas, donde un actor le entrega “el desastre” al que sigue y este solo atina a consumir el tiempo hasta la próxima transición, luego… a modo de corolario del apocalipsis… “el Golpe de Gracia”.
Hemos aceptado la imposición de agendas sin norte, la dirección de navegación para nosotros, nunca fue una cuestión relevante, digamos que nos hemos entregado al poder SOLO con Fe, considerando a la Fe como la capacidad de sostener como cierto algo que NO necesariamente puede ser comprobado, algo indispensable y propio del pensamiento religioso, donde el alma, la vida después de la muerte y el juicio que compensará a los inocentes y castigará a los pecadores, NO pueden ser discutidas simplemente porque “la Fe y la REALIDAD existen en capas o niveles distintos del pensamiento”.
Esa Fe permitió a los gerentes del Poder, tanto los gobiernos como todos los dirigentes de sectores, operar con la discrecionalidad necesaria para manejarse desconectados de toda realidad, digamos para ser gráficos, en extrañas dimensiones donde los desastres de las gestiones parecían no existir, ser leves, difusos.
-En una de estas dimensiones aludidas, resulta ser alguna versión de un mundo ideal capitalista, la vida en común transcurriría con un Estado que solo intervenía para proteger la propiedad privada y en la que todos los servicios, productos y lo necesario para vivir esté controlado por el capital y la iniciativa privada. Digamos que el Mercado resolvía estos problemas en forma automática, resultaba inútil definir Políticas, Planes, organizar gestiones, etc. todo fluía mágicamente como si efectivamente hubiéramos estado condenados al éxito.
-En una dimensión del otro extremo, las organizaciones comunitarias con una visión más humanista, se describen como aquello que vendrá y arrebatará el fruto del trabajo de las personas más trabajadoras para repartirlos entre los que menos se han esforzado, aplastando las voluntades y los deseos individuales para instaurar la dictadura de la mayoría.
Entre estos debates furibundos y de esta forma casi religiosa… aceptamos el derrotero que finalmente nos posicionó en el mismísimo umbral del abismo.
Digamos que mientras nos acercábamos a la debacle, el volumen de esta discusión subía… discursos que solo creaban permanente tensión entre el bien individual y el interés colectivo, que frustra y limita al individuo.
Luego de esto, el destino nos abofeteó con este fenómeno epidémico, coartando quizás nuestro “seguro destino de éxito”, nuestra condena.
Ese destino que nos impacta mientras muchos esperaban el segundo semestre con sus brotes verdes y otros ultimaban detalles para cerrar una negociación de la deuda que garantizaría, una vez más, la lluvia de inversiones.
Hoy ante este cataclismo el gobierno nacional saca recursos de donde decía no tener, reinventa soluciones y descubre recursos donde aseguraba que no había, toda una batería de acciones anticíclicas, mientras tanto desde los enclaves sub nacionales como así mismo desde las asociaciones sectoriales se sigue con la misma política, “hacer la plancha” esperando que el costo lo paguen los otros, es la clásica y única receta aplicada, gente necia que no interpreta que la bomba se activó y queda muy poco tiempo… gente sin la capacidad de interpretar la magnitud del evento.
Los únicos sujetos de un beneficio son los incluidos en conjuntos caracterizados por su capacidad de “explotar”, hoy esa capacidad explosiva resulta ser la norma, por ende todo cambió, rápida y radicalmente.
La negación de la singularidad de este evento, puede verse en la construcción de relatos épicos, heroicos, donde los líderes apelan al orgullo sectorial, estamos siendo bombardeados por estas publicidades, después de todo no es nada nuevo… La “victoria” se ha utilizado como aglutinante nacional en momentos de crisis políticas o militares.
Una victoria conjugada en futuro perfecto que ya se saborea, el virus finalmente será derrotado…!
Es probable que de no torcer esta inercia en el ejercicio del poder, “La derrota asestada al virus, permanecerá inspirando un mito nacional que tranquilizará en tiempos de futuras y seguras crisis”, y este “drama nos dará confianza para creer en nosotros mismos, fundamentalmente en ELLOS, los iluminados que nos condujeron”, pero solo asegurándonos que NADA CAMBIE… que el curso de esta degradación se mantenga junto con todos los privilegios que inclusive permiten el exorbitante e inconsulto gasto de esta publicidad.
Sin duda alguna, “el DRAMA nos unirá”, tanto el drama de esta épica victoria sanitaria, como el drama que resulta de la subsistencia en una sociedad sin rumbo, donde la deriva es la norma.
Mientras tanto, en esta dimensión (el mundo real) y como moraleja de todo esto, parecería necesario replantear el formato en la “asignación de poder”, quizás emular la práctica clínica homeopática con sus ínfimas proporciones sea la mejor receta para evitar el próximo “hit del verano”, la epopeya en verso, que narre esta victoria épica.
* La referencia viene de la mano de por ejemplo este tipo de publicidades…
dejaron totalmente expuestos a sus representados y salen a hacer publicidades que apelan a la épica (CECHA)