El mapa electoral se recalienta y la corrupción enfría al oficialismo

El mapa electoral se recalienta y la corrupción enfría al oficialismo

A pocas semanas de las elecciones, el termómetro político en Argentina se dispara. Y las encuestas, esa brújula tan esquiva, nos dejan ver un escenario de alta tensión y giros inesperados.

Si bien La Libertad Avanza (LLA) todavía aparece como la fuerza más votada en algunos sondeos, su ventaja no es la que era. La caída en la imagen del Gobierno de Javier Milei es notoria, y hay un factor que se convirtió en una verdadera bomba para su gestión: la corrupción.

Voto castigo y el fantasma del pasado

El descontento con la situación económica, donde la percepción general es que el bolsillo se achicó, se suma a los recientes escándalos. Una encuesta de Zuban Córdoba revela que un 57% de los consultados votaría en octubre para «castigar» a Milei. La «luna de miel» parece haber terminado y el electorado, que en 2023 apostó por un cambio radical, ahora evalúa con lupa la gestión libertaria.

El tema de la corrupción se disparó en las últimas encuestas, superando a la inflación y la inseguridad como principal preocupación. Este giro dramático, con un 53% que lo señala como el problema más grave, es un factor de enorme vulnerabilidad para el Gobierno, que llegó al poder con la bandera de «terminar con la casta».

La oposición, afilando cuchillos

Mientras el oficialismo enfrenta una tormenta, la oposición no se queda de brazos cruzados. Aunque el peronismo tiene sus propias tensiones, las encuestas muestran una leve, pero constante, subida en su intención de voto. En la provincia de Buenos Aires, clave para cualquier elección, Fuerza Patria estaría aventajando a LLA.

El dato más interesante es el ascenso de Axel Kicillof, quien se consolida como la figura opositora más relevante, superando incluso a referentes históricos como Cristina Kirchner. Su gestión en la provincia, aunque cuestionada por algunos, parece ser un activo en este contexto de desgaste para el Gobierno central.

En definitiva, las encuestas nos dicen que el panorama está lejos de ser una victoria garantizada para el oficialismo. La campaña será intensa y el voto, en gran medida, estará impulsado por el descontento y el deseo de castigar. La pregunta que queda flotando es si los votantes encontrarán en la oposición una alternativa convincente o si el fantasma del «voto castigo» terminará beneficiando a quienes se presenten como la opción de «no votar a ninguno de los dos».

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