A más de un año del accidente de Fiorella Furlán, la joven de 22 años que fue arrastrada con su auto por las aguas del arroyo Antoñico de la ciudad de Paraná en medio de un fuerte temporal de lluvia y viento, la escena del lugar donde perdió la vida la infortunada víctima, poco cambió.
Si bien el cruce está cortado por la disposición de elementos señaléticos, el puente, en cada lluvia, nos recuerda la fatídica jornada del 14 de diciembre de 2019, el día en el que Fiorella perdió el control de su vehículo cuando circulaba por calle Gálvez, a pocos metros de la avenida Ramírez.
En ese momento, un fuerte temporal se había desatado en la capital entrerriana. Mientras la joven cruzaba el arroyo, que estaba crecido por las precipitaciones y que acumularon cerca de 200 milímetros en pocas horas, cayó desde el puente.
Ante nuevos temporales, en los días posteriores al hecho, la calle en cuestión estuvo cortada por personal municipal, por la peligrosidad del crecimiento del arroyo y el estado del puente.
Más adelante, el municipio licitó y adjudicó una obra que permita resolver la problemática.
Sin embargo, en el lugar se desarrollaron tareas para darle al lugar de la tragedia una solución definitiva hasta que, en otro día de lluvia, vecinos tuvieron que acudir al rescate de un operario de la firma Norvial, adjudicataria de la obra, que fue arrastrado por la corriente de agua junto a su retroescavadora, una máquina de gran porte, el pasado 4 de marzo.
Desde ese día, Norvial no volvió a las tareas y el municipio no ha dado respuestas sobre la paralización de la obra que pretendía resolver los problemas de desbordes del arroyo en la zona que tienen más de una década.