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domingo, abril 28, 2024
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La inversión y la rentabilidad promueven la tecnología

Por: GRUPO DEC. Ubaldo Roberto Domingo, Mario Moine, Jose Moulia, Alejandro Di Palma, Julio Panceri, Pablo Mussio, Pablo Presas

Recientemente, se ha promocionado la visita del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva de la Nación, ¿el motivo? la aplicación de $ 283.448.365 (aproximadamente 746.000 dólares blue) para la puesta en marcha y construcción del Centro Tecnológico Nacional del arroz (CNTA), que se ubicaría en San Salvador, provincia de Entre Ríos. El objetivo sería poner en contacto en un mismo ámbito físico a molinos arroceros, productores e instituciones representativas, creando las condiciones de intercambio de conocimientos, trabajo interinstitucional y la sinergia público-privada y actividades compartidas en el espacio de labor, con vistas a consolidar las competencias innovadoras, la sostenibilidad y el agregado de valor en tal actividad.
En la provincia de Entre Ríos, hace muchos años que la política económica llevada adelante EXPULSA productores, disminuye el área sembrada, la rentabilidad es baja cuando no negativa, no existe financiamiento ni promoción de la actividad.
En la campaña 2021/22 se sembraron 63.000 ha, lo que ubicó a la provincia en el 29.9% del área explotada a nivel nacional, y derivó en el 35.3% de la producción del país, cifras muy pobres para lo que representaba nuestra provincia hace algunas décadas atrás. Se proyectan 52.000 ha. para esta campaña lo cual representa la superficie más baja de los últimos 22 años.
La primera observación que debemos mencionar es que el Ministerio que facilita los fondos, Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva, se le cedió un presupuesto para el año 2023 de 500 mil millones de pesos, un 0.34% del PBI, según datos oficiales, los fondos que libera para una actividad tan relevante en Entre Ríos como es la explotación arrocera y su cadena de valor es el 0.056%, irrelevante, si, lo pensamos en moneda dura como se referenció más arriba, irrisorio para llevar adelante tan ambicioso proyecto.
La segunda observación, y no menos importante que la cantidad de fondos es que teniendo en funcionamiento instituciones prestigiosas como el INTA y la Fundación PROARROZ, la aparición de una tercera para hacer prácticamente lo mismo es ilógico, contradictorio poco práctico.
En tercer término, y aquí nos vamos a detener con mayor detalle es que solamente la inversión y el desarrollo industrial aseguran la innovación tecnológica, la investigación y la demanda de técnicos, científicos e investigadores que se ocupen de mejorar el sector.
Como síntesis aseguramos el principio de que solo el desarrollo industrial, que primero demande y luego transforme la materia prima (en este caso puntual el arroz), es el que origina las bases de la investigación y de la tecnología aplicada y no a la inversa como se pretende en este caso, creando institutos de investigación tecnológica, es como desenvolverá la actividad.
Nos preguntamos, ¿para qué crear institutos tecnológicos de investigación cuando en la práctica se expulsa a los productores?
Es decir, la falta de rentabilidad del sector fundamentalmente por no haber sostenido una política de abastecerlos de energía abundante, barata y accesible, dado que la actividad requiere que gran parte del ciclo la superficie sembrada se encuentre inundada, y esto requiere agua en abundancia, es lo que hizo la diferencia.
Este hecho fáctico, no cambiara en absoluto si se incorpora dosis masivas de biotecnología, ingeniería genética, investigación o selección de especies. La desaparición de la rentabilidad, la brutal descapitalización del productor arrocero entrerriano contrasta con la creación de institutos de investigación con dosis lánguidas de inversión de un Ministerio poblado de burócratas.
La experiencia nos enseña que no es posible “saltar” pasos en el desarrollo, intentar hacerlo, significa no poder terminar el proceso de consolidación en la llamada industria de base.

Esa industria de base, la producción y abastecimiento de energía tan subestimada fue sucesivamente dejada para “otro momento”, con las consecuencias de continuar despilfarrando recursos, así llegamos hasta nuestros días en que el costo de las tarifas es prohibitivo para el productor arrocero.

Energía implica complementar un proyecto industrial y su logística de abastecimiento. Energía, comunicaciones e infraestructura.

Todo esto por supuesto no solo supone, sino que necesita inversión.
La industria liviana, necesita ese oxigeno que le proporciona la industria pesada, es su alimento.
Entre Ríos debe primero consolidar la provisión de energía a sus productores, activar la capacidad ociosa de su industria instalada, y luego poner en movimiento toda su potencialidad a través de los instrumentos presupuestarios y de crédito mediante un proyecto donde se incentive que se produzca todo lo que se puede manufacturar dentro de nuestras fronteras con los recursos disponibles.

Mediante ese mecanismo se le romperá el espinazo a la pobreza estructural, la desocupación y la falta de oportunidades. (Concordia muestra los mayores índices de pobreza y desocupación del país).

Luego viene la financiación de la innovación y la tecnología, y su aplicación.

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