Desde la Vicegobernación de Entre Ríos estamos tejiendo redes para la igualdad, proponiendo el encuentro de mujeres de distintos ámbitos –de la política y de la comunidad- para escucharnos, dialogar y construir los consensos posibles que nos permitan transformar inequidades, corregir injusticias, y avanzar en la conquista de derechos. En cada punto de la red hay una mujer, una historia, una experiencia de vida. El desafío en cada reunión es mirarnos de frente, sin recelos, dejando a un lado lo que nos distancia para poder acercarnos y, solidariamente, avanzar.
Eso es lo que hicieron las diputadas nacionales de todos los bloques en la histórica sesión del 22 de noviembre de 2017, en Congreso de la Nación, cuando se pusieron de acuerdo y avanzaron juntas en la sanción de la Ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política. Sin embargo, 3 años después, y a 73 de que Evita nos abriera la puerta de los derechos políticos y nos pusiera a la par de cualquier varón, las entrerrianas seguimos encontrando escaleras rotas que suponen un desequilibrio en la representación que nos afecta negativamente.
Es hora de saldar la deuda histórica que la democracia entrerriana tiene con las mujeres y de avanzar con la ley de paridad de género. Lo logramos en la nación y en los municipios. Y es un contrasentido, que no lo logremos en la provincia. Esta situación interpela a todas las políticas y los políticos, al conjunto de la dirigencia entrerriana, porque la tarea implica también construir la paridad de géneros hacia el interior de los partidos políticos. Y también implica el debate y la paridad en otros ámbitos de la vida social como las asociaciones, gremios y colegios profesionales. Implica necesariamente un debate de paridad integral.
Como vicegobernadora de Entre Ríos, como mujer en un cargo de privilegio en el gobierno de la provincia, siento la responsabilidad de dar voz a esta demanda de las mujeres. Es necesario dar este debate y legislar, de una vez por todas, a favor de la participación equilibrada de las mujeres y los varones en los lugares de poder y en la toma de decisiones, de acuerdo a lo que establece la propia Constitución de Entre Ríos. Nuestro gobernador ha sido muy claro en este sentido señalando la situación y su apoyo a esta iniciativa. Ha hecho carne la paridad en la fórmula provincial y también en la conformación del gabinete. También, recientemente, nuestro presidente apoyó la iniciativa.
Las mujeres entrerrianas nos venimos encontrando, dialogando y debatiendo en incontables oportunidades. Nos escuchamos unas a otras, nos valoramos, nos sostenemos. Nos acompañamos. Y lo seguiremos haciendo, porque esa es la forma en que entendemos la política, solidariamente, en redes que se extienden cada vez más. Esto no quiere decir que coincidamos en todo, ni siquiera que no haya quienes –mujeres- que voten o sostengan argumentos en contra de sus propios derechos.
Pero hace tiempo que nos hemos puesto de acuerdo en que queremos que Entre Ríos legisle a favor de la paridad de género, porque la representación actual es injusta y porque entendemos que la paridad es también justicia social. No hay argumentos de por qué no avanzar en ese sentido. Y si los hay, invito a quien disienta a dejar de lado los criterios políticamente correctos y a sincerarse.
No queremos la ley de paridad para ocupar una banca más; la paridad no es un fin sino un medio para que los intereses de las mujeres sean considerados en la elaboración de las políticas públicas. La paridad es un modo de entender la democracia, es un criterio de representatividad. De lo que se trata es de inspirar y garantizar derechos, de poner todos los temas que venimos conversando en la agenda de género, en la agenda de las decisiones políticas, las estratégicas, las que pueden cambiar para mejor la vida de todos y todas.
Internacionalmente, la paridad de género es un indicador de calidad democrática, porque garantiza la representación equitativa de las mujeres en las legislaturas y permite sumar la perspectiva de género en cada ley que se discute. Pasa lo mismo en las instituciones y organizaciones de la sociedad civil. Es necesario ese equilibrio. No es posible el desarrollo de la provincia sin el desarrollo de las mujeres, sin igualdad de géneros. Una y uno, una presencia equilibrada de voces, perspectivas, miradas.
Hemos escuchado históricamente que la política es cosa de hombres y sabemos que -aunque retrógrado-, persiste un prejuicio en ese sentido. Y que también naturalizamos la sub representación de las mujeres en la legislatura y en otros ámbitos de representación de nuestra provincia. Pero nos precede una larga lucha, potente, sorora, amorosa. Hace rato ya que venimos cuestionando mandatos. Es tiempo de romper techos de cristal y concretar un logro más, de alzar la voz del movimiento de mujeres y cambiar esta historia. Nos lo debemos y se lo debemos a las nuevas generaciones.