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jueves, abril 25, 2024
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La vigencia de Maquiavelo

Por Alejandro Di Palma

Esto es algo que merece ser notado e imitado por todo ciudadano que quiera aconsejar a su patria, pues en las deliberaciones en que está en juego la salvación de la patria, no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o lo injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga su libertad.

Dicen los físicos que el tiempo no es más que una convención, seguramente por eso la memoria provoca la ilusión de que “la ilusión del tiempo es un fenómeno próximo a la magia”.

Casi nadie dispone del tiempo necesario para informarse con la solidez necesaria que le permitiría sostener opiniones críticas, es decir fundadas en hechos objetivos y ese vértigo con el que vivimos, explica el motivo por el cual nos vemos obligados a renunciar a nuestro propio criterio y tendemos a “comprar” paquetes de información procesada generalmente administrada desde el dosificador de una pantalla de televisión. La posverdad, como sistema de certezas basado más en los sentimientos y creencias que en la realidad objetiva, triunfa donde el rigor informativo se hace imposible.

Este panorama es el escenario ideal para que buena parte de los postulados de “Maquiavelo” se actualicen, quinientos años después de su formulación (1513). Lo inaceptable no que para alcanzar determinados objetivos de poder, sea inevitable o ineludible pagar ciertos peajes en forma de acciones poco éticas, nada honorables o hasta delictivas; lo escandaloso es que, tanto en la vida interna de los partidos políticos, como en la gestión de gobierno posterior, el modus operandi admitido resulte ser, que para alcanzar el poder de un modo rápido, efectivo y total, las acciones exitosas sean precisamente las más apartadas de la virtud.

Veamos entonces algunos ejemplos que confirman la vigencia de los postulados de “Maquiavelo”.

SIN PLAN ANTIINFLACIONARIO

La falta de un plan económico antiinflacionario, una omisión flagrantemente gravosa que lleva 2 años y medio durante los cuales solo se ensayó la contención de algunas subas de elementos aislados a través de programas como precios cuidados. Observamos que la estructura del gasto público está compuesta en gran medida por salarios, jubilaciones, pensiones y planes de asistencia, sin la existencia de una inflación que licue estos gastos, sería difícil alcanzar el ajuste fiscal acordado como meta de cumplimiento trimestral con el FMI.

Vemos entonces como es que la reducción REAL de salarios, jubilaciones, pensiones y planes sociales necesita que “la inflación del presente, le gane a la inflación pasada”. Agregamos que cualquier acción de reducir la inflación no solo “NO licuaría el gasto real”, sino que aumentaría el déficit nominal que fue sujeto a un objetivo trimestral, esto anterior se debe a que “la recaudación se frena más rápidamente que el gasto” y más aún, llegado un punto, la recaudación presenta un derrumbe por el efecto “Olivera-Tanzi”.

Luego, vemos como esta sintética descripción anterior explica la dirección del gobierno y particularmente la inacción en el Ministerio de economía, lo que representa un cuadro claramente “maquiavélico”.

DIRECCION ERRADA

Sin intentar rebatir los datos de recuperación económica, está claro que esa recuperación, en todo caso, tuvo una forma dominantemente desigual. Ha habido una ampliación de la desigualdad respecto de la gestión anterior que hizo que la mayor actividad tuviese impactos débiles en los ingresos y consecuentemente marcado efectos sobre la pobreza e indigencia. Esta modalidad desigual de la reactivación, es resultado de la ausencia de una política de ingresos de alcance universal sobre la población laboral en situación de informalidad y una ausencia de políticas de desarrollo que ataquen el desempleo, estos dos subconjuntos contienen a la mitad de la población económicamente activa (PEA) (la mitad de los trabajadores) y la razón de esa ausencia es una política de ajuste fiscal practicada desde el propio Ministerio de economía durante todo el año 2021 donde inclusive se subejecutaron partidas presupuestarias.

Siendo, la virtud “el crecimiento” y el problema “la inflación y desigualdad”, está claro que la dirección definida es contraria a la solución, se impulsa la inflación con devaluaciones aceleradas en un contexto de precios internacionales en alza, se aumenta la tasas de interés de referencia, sabiendo que es un subsidio a la emisión monetaria por pagarse con más emisión monetaria y aun a sabiendas de que “NO se puede estabilizar la economía con la tasa de interés”, de la misma manera se aumentan tarifas que tendrán efectos de segunda ronda al ser parte de la matriz de costos de las empresas productoras de bienes y servicios.

Vemos pues que se trata de un plan abiertamente “maquiavélico”.

LA DESOCUPACION Y SU ANIQULACION

¿Cómo se calcula el índice de desempleo en Argentina?

La tasa de Desempleo se calcula como la el cociente entre la población desocupada (conjunto de personas que, sin tener ningún trabajo, buscaron uno en forma activa en la semana de referencia) y la población económicamente activa (conjunto de personas que tienen una ocupación o que sin tenerla la busca activamente).

POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA (PEA): o Fuerza de Trabajo: está compuesta por todas las personas que aportan su trabajo (lo consigan o no) para producir bienes y servicios económicos. Para la medición de este concepto, en la EPH se asume como parte de la PEA a todas las personas de 10 años y más que en un período de referencia corto tienen trabajo y aquellos que sin tenerlo están disponibles y buscan activamente un trabajo. Son parte de la PEA tanto los ocupados como los desocupados.
OCUPADOS: Partiendo del concepto de trabajo entendido como una actividad que genera bienes o servicios para el mercado, se consideran Ocupadas a todas las personas que tengan cierta edad especificada (10 años o más) y que durante un período de referencia (una semana) hayan trabajado al menos una hora (1 HORA EN LA SEMANA!).

DESOCUPADOS: El grupo de los Desocupados está conformado por todas aquellas personas que sin tener trabajo se encuentren disponibles para trabajar y han buscado activamente una ocupación en un período de referencia determinado (EN UNA SEMANA!).

Un gobierno que pretende invisibilizar la pérdida de puestos de trabajo que explica la destrucción de pymes durante la pandemia de la mano del cuentapropismo que propone “Rappi”, “Glovo” y “Pedidos Ya” con sus 35.000 puestos de trabajo basura, una precarización qué espera a los chicos en el mismo momento en el que dejan la escuela.

Un ejército de motoqueros de la era digital que esperan un llamado, en la puerta de la pizzería.
Como se puede ver, se trata de definiciones, muy simpáticas a solo fin de aniquilar la desocupación negando la realidad, o como mínimo observándola muy parcialmente, ya que el haber trabajado UNA HORA LA SEMANA PASADA te convierte en forma sumaria en una persona ocupada quitándole el peso al Estado de preocuparse por el flagelo de la desocupación. Una convención aceptada por todo el arco político, digamos que pasan los gobiernos y estas consideraciones sobre “la ocupación” siguen inmutables.
Como se podría negar que estamos frente a un accionar abiertamente “maquiavélico”.

LA ESENCIA DEL BIMONETARISMO

Como se mencionara en párrafo anterior, en términos inflacionarios, el costo de la energía presenta, más allá del impacto de su propio precio (como ocurre con cualquier otro bien) efectos de segunda ronda, ya que siendo un componente indispensable para la producción de cualquier bien o servicio, resulta integrar una fracción de su costo, luego todo aumento en el precio de la energía impactara en el resto de los bienes o servicios de la economía.

Debido a que nuestro país presenta una matriz energética altamente dependiente del gas natural, podemos asegurar que el origen del bimonetarismo, es decir de la dolarización de la economía, tiene su génesis en el valor del gas en PIST (Punto de Ingreso al Sistema de Transporte), es en definitiva “el valor del gas en boca de pozo”, el que dispara o justifica todas las pretensiones posteriores de sostener una estructura de costos dolarizada y por carácter transitivo, precios de cualquier “chuchería” expresados en dólares americanos. Vemos que pasan los gobiernos y ese elemento vital, mantiene su carácter dolarizado inalterable, la transformación de su esencia dolarizada se posterga en cada periodo de gobierno a pesar de los postulados de una necesidad de evitar ese carácter bimonetario del país, por cuanto resulta evidente la naturaleza “maquiavélica” de esta omisión o postergación.

Las tres buenas son las antes citadas; las tres malas son degradaciones de ellas,…..la monarquía con facilidad se convierte en tiranía; el régimen aristocrático en oligarquía, y el democrático en licencia. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Capítulo II, Libro Primero

EL ORIGEN DE LA FILOSOFIA POLITICA – Maquiavelo

“El Príncipe”, es “EL” tratado político por excelencia, distribuido en 1513, usando el título en latín “De Principatibus” (El liderazgo), siempre fue una obra controvertida más allá de ser una de los primeros ensayos de filosofía moderna, especialmente de filosofía política, en la que se considera que la verdad efectiva, es más importante que cualquier ideal abstracto.

Este tratado es el responsable de proponer la palabra «maquiavélico» en uso generalizado y como un término peyorativo. Incluso contribuyó a las connotaciones negativas modernas de las palabras «política» y «político» en los países occidentales

El príncipe tiene como tema central el de aceptar que los objetivos de los príncipes, solo son la gloria y la supervivencia, y justifican el uso de medios inmorales para lograr los fines.
Sigue una síntesis agiornada del capítulo XVIII de donde se supone que surge la frase “el fin justifica los medios” que termina haciendo famosa Napoleón Bonaparte.

CAPITULO XVIII – Si los príncipes deben ser fieles a sus tratados

Ciertamente es muy loable en un príncipe la exactitud y fidelidad en el cumplimiento de sus promesas, y que no use sutilezas y/o artificios para eludirlas; pero la experiencia de estos tiempos (año 1513) nos demuestra que entre los que más se han distinguido por sus hazañas y prósperos sucesos, hay muy pocos que hayan hecho caso de la buena fe, o que tendrían escrúpulos en engañar a terceros ante la posibilidad de hacerlo impunemente.

Sépase, que hay dos modos de defenderse: uno con las leyes, y otro con la fuerza: el primero es propio y peculiar de los hombres, y el segundo común a todas las bestias. Cuando las leyes no alcanzan, es indispensable recurrir a la fuerza, y así, un príncipe debe saber emplear estas dos especies de armas tal como finalmente nos lo dieron a entender los poetas en la historia alegórica de la educación de Aquiles, que le fuera encomendada al centauro Quirón; el cual, bajo figura de hombre y de bestia, enseña a los que gobiernan que según convenga, deberán valerse del arma de cada una de estas dos clases de animales, del hombre o de la bestia, porque sería insuficiente la utilidad del uso de la una sin el concurso de la otra.

El príncipe debe tomar de los animales, la propiedad que distingue especialmente al león y al zorro, y valerse de ambas, este debe valerse de la astucia del zorro para conocer la trampa y del león para ser fuerte.

Aquellos que solamente toman por modelo al león, y desdeñan de imitar las cualidades del zorro, entienden muy mal su oficio. En una palabra, el príncipe prudente, que no quiere perderse, no puede ni debe estar condicionado al cumplimiento de sus promesas, sino mientras le convenga, y en tanto y en cuanto subsistan las circunstancias temporales en las que se comprometió.

Evitaría dar semejante recomendación a los príncipes, si todos los hombres fuesen buenos; pero, como son malos y están siempre dispuestos a quebrantar su palabra, no debe el príncipe solamente ser exacto y celoso en el cumplimiento de su palabra; él siempre encontrará fácilmente algún modo de disculparse de esta falta de exactitud.

Podría dar muchos ejemplos para demostrar que en cuantas estipulaciones y tratados que se han roto por la mala fe de los príncipes, debe tenerse en cuenta que ha salido siempre mejor librado aquel que ha sabido cubrirse mejor con la piel del zorro.

Entonces, todo el arte consiste en representar el papel con propiedad, en saber disimular y fingir; porque los hombres son tan débiles y tan inocentes que cuando uno se propone engañar a los demás, nunca deja de encontrar tontos que le crean.

Solamente citaré un ejemplo tomado de la historia de nuestro tiempo. El papa Alejandro VI (Fernando V, rey de Aragón y de Castilla) se divirtió toda su vida en engañar; y aunque su mala fe estaba bien probada y reconocida, siempre le salían bien sus artificios. Jamás se detuvo en prometer ni en afirmar sus palabras con juramento y las más solemnes protestas; pero tampoco se habrá conocido otro príncipe que menos se sujetará a estos vínculos, porque conocía a los hombres y se burlaba de ellos.

No se necesita para profesar el arte de reinar, poseer todas las buenas prendas de las que he hecho mención, simplemente basta aparentarlas; y más aún me atreveré a decir que a muchas veces sería peligroso para un príncipe hacer uso de la buena fe, pero siempre es útil hacer alarde de esta. El príncipe debe procurar que lo tengan por piadoso, clemente, bueno, fiel en sus tratos y amante de la justicia; debe también hacerse digno de esta reputación con la práctica de las virtudes necesarias; pero al mismo tiempo ser bastante autónomo y criterioso para eventualmente actuar en un modo absolutamente contrario cuando lo estime conveniente. Se da por supuesto que un príncipe, y en especial con poca experiencia en el reinado, no puede practicar indistintamente y con gracia todas las virtudes; porque muchas veces su propia conservación le obliga a violar las leyes de la humanidad, las de la caridad y las de la religión; debiendo entonces ser flexible para acomodarse a las circunstancias en las que se pueda hallar. En una palabra, “tan útil le es perseverar en el bien cuando no hay inconveniente, como saber desviarse de él si el interés lo exige”. El príncipe, no debe articular palabra que no respire bondad, justicia, buena fe y piedad religiosa; poniendo especial énfasis en la ostentación de esta última cualidad, porque generalmente los hombres juzgan por lo que ven, y más bien se dejan llevar de lo que les entra por los ojos que por los otros sentidos. Todos pueden ver, pero muy pocos saben rectificar los errores que se cometen por la vista. Se alcanza al instante lo que un hombre parece ser; pero no lo que es realmente; y aun los pocos que juzgan con discernimiento, no se atreven a contradecir a la multitud ilusa, la cual tiene a su favor el esplendor y la majestad del gobierno que la protege.

Cuando se trata, de juzgar el interior de los hombres, y principalmente el de los príncipes, al no poder recurrir a la justicia, es preciso atenerse a los resultados: así lo que importa es allanar todas las dificultades para mantener su autoridad; y los medios, sean los que fueren, parecerán siempre honrosos y no faltará quien los alabe.

Este mundo se compone en gran mayoría de vulgo, el cual se lleva de la apariencia y sólo atiende al éxito, el corto número de los que tienen un ingenio perspicaz, no declararán lo que perciben.
En el día reina un príncipe, que no me conviene nombrar, de cuya boca no se oye más que la paz y la buena fe; pero, si sus obras hubiesen correspondido a sus palabras, más de una vez hubiera perdido tanto, su reputación como sus estados.

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