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Serena, Vika y Tsvetana, las madres luchadoras que hacen historia en el US Open

Son las únicas tres en los cuartos de final del Grand Slam.

El cuadro femenino del US Open cerró su jornada de este lunes escribiendo historia pura. Los octavos de final regalaron triunfos históricos, en un mismo día, de las tres mamás protagonistas de un tiempo de cambios y las únicas que continúan a paso firme en el Grand Slam: Serena Williams y Victoria Azarenka, las dos ex número uno que enarbolaron la causa por los derechos de las jugadoras y consiguieron que la WTA dejara de penalizar a las madres, junto a la búlgara Tsvetana Pironkova, quien se valió de esa lucha para volver a jugar. Las tres conquistaron su boleto a los cuartos de final.

El primer Grand Slam que se disputa desde el parate impuesto por la pandemia de coronavirus inició su cuadro con nueve jugadoras que, a su palmarés, le suman el título de ser madres. Y no es poco: ser mujer, madre y deportista exitosa en un mismo gesto es un combo que históricamente ha sido concebido casi como una insurrección en el mundo del deporte -un universo simbólico cuyas caras son estrellas mundiales del marketing-, reservado para las más valientes, que han debido pagar ese gesto (literalmente, pero también con su cuerpo).

Williams (que superó a la griega Maria Sakkari por 6-3, 6-7 y 6-3) y la bielorrusa Azarenka (que venció por 5-7, 6-1 y 6-4 a la checa Karolina Muchova) se pusieron al hombro la urgencia de cambiar esa realidad, apenas parieron y comprobaron en propia piel el precio que les tocaba pagar, en un territorio conservador, patriarcal y machista. Pusieron el cuerpo, dieron la batalla y consiguieron una ventaja, adentro y afuera de las canchas.

Si hoy las jugadoras de la WTA tienen la garantía de que la elección de ser mamás no les costará abruptas caídas en su ránking (con consecuencias en sus ingresos, en su vuelta al circuito y, lo más importante, ¡en su bienestar físico y emocional después de parir!), se lo deben a las ex número uno. Fue gracias a ellas que, en diciembre de 2018, la Women’s Tennis Association anunció que ya no se penalizaría a las mujeres por su ausencia debido a un embarazo o un parto. Fueron Serena y Vika las que señalaron que el circuito condenaba a sus mujeres madres. Y consiguieron que se protegieran sus ránkings para cuando pudieran volver.

Es que cuando la menor de las Williams retomó el tenis después de dar a luz a su hija Olympia, en 2017, cayó abruptamente en el ránking: de ser la número uno del mundo, pasó a la posición 453. “Eso me obligó a enfrentar una competencia más dura en instancias tempranas del Abierto de Francia, lo que me llevó a una lesión en el pectoral que me obligó a abandonar. Luché duro, llegué a la final de Wimbledon poco después, pero también luché públicamente contra este sesgado sistema de clasificación”, contó hace poco la tenista, en un ensayo para Fortune por el Día de la Madre. Y agregó una demanda, de carácter universal: “Debemos dejar de penalizar a las mujeres cuando regresan a sus carreras después de tener hijos”.

Azarenka pensó que su carrera había terminado con el embarazo. “Tenía miedo, no fue fácil. Sabía que iba a volver, pero lo primero que pensé fue: ‘Dios mío, nunca volveré a jugar al tenis'”, contó sobre el nacimiento de su hijo Leo, en diciembre de 2016. La bielorrusa también reveló que, durante aquellos días, fue maltratada por una de las marcas que la acompañaba: “Me obligaron a cancelar un sponsor tras anunciar mi embarazo. Fue una situación nada agradable”, explicó hace un año en una nota con The Thelegraph.

“Nosotras necesitamos un respiro para ser madres, es importante que podamos sentirnos seguras para formar una familia. Me gustaría que la maternidad estuviera pagada por la WTA, sería un gran cambio”, redobló la apuesta la doble campeona de Grand Slam.

Entre sus demandas, Azarenka también exigió un circuito más amigable para las jugadoras que tienen hijxs, con guarderías adonde dejarles mientras están jugando sus partidos, algo que sucede con muchas madres de la WTA. “Haré todo lo que esté a mi alcance para que eso suceda, porque creo que es realmente importante -sentenció-. Los varones tienen el lujo de tener guarderías en cada evento. Creo que es hora de que las mujeres obtengan el mismo beneficio. Para nosotras, es más importante y más difícil”.

Williams contó que se perdió los primeros pasos de su hija Olympia por estar entrenando en una cancha de tenis. Y que lloró al enterarse. Es parte, ellas lo saben, de mantener su pasión encendida. Aman ser madres, luchan por serlo como merecen, pero no quieren ser reducidas sólo a eso. “No es lo único que somos -ha dicho Azarenka-. Somos madres, tenistas y también mujeres con sueños y metas y pasiones. Tenemos el poder de cambiar las reglas y lo hemos hecho. Quiero que ése sea mi legado: el haber luchado para que las mujeres se sientan más cómodas, para romper esos estereotipos”.

Su rendimiento -lo dicen ellas y también la historia- no sucumbe cuando una mujer da a luz. Williams dirá que ni siquiera durante la gestación: la estadounidense ganó embarazada el Abierto de Australia y, ya con Olympia alegrando sus días, se consagró este año en Auckland para convertirse en la primera jugadora en la era profesional con al menos un título en cuatro décadas, desde los ’90. Azarenka, hace nueve días, se consagró en Cincinnati. Y hace 50 años, Margaret Court y Evonne Goolagong Cawley sumaron a su palmarés sendos títulos de Grand Slam luego de haber sido madres.

Pironkova se metió en cuartos tras vencer 6-4, 6-7 (5) y 6-3 a la francesa Alizé Cornet y ahora deberá enfrentar a Williams en un duelo de lujo entre madres-jugadoras. El presente de la búlgara es la prueba más cabal de la importancia de la lucha de sus compañeras, una de ellas quien será su próxima rival en en Estados Unidos. Es que el US Open significó su regreso al circuito después de más de tres años de ausencia, luego del nacimiento de su hijo. La militancia por los derechos de las madres que enarbolaron Serena y Vika fue clave para que Tsvetana se animara a volver.

“El cambio en las reglas de la WTA es, en realidad, una de las razones por las que decidí regresar, porque la oportunidad es realmente grandiosa -contó la madre de Alexander, de dos años-. Puedo jugar 12 torneos con el ránking que tenía cuando dejé de jugar. Y dos de esos torneos pueden ser Grand Slams, que es una gran oportunidad, como pueden ver. Y también tuvimos un poco más de tiempo, porque antes teníamos dos años para volver, pero ahora son tres”.

Vika, Serena y Tsvetana quieren seguir haciendo historia: ¿podrá alguna convertirse en la cuarta tenista que logra ganar un Grand Slam luego de haber sido mamá en la Era Abierta, para engrosar la lista que integran Margaret Court, Evonne Goolagong Cawley y Kim Clijsters? Mientras sueñan con lograrlo, ya en los cuartos de final del US Open, encarnan una lucha por sus derechos, se acompañan, se ayudan y dejan esa sororidad como un preciado legado.

Malva Marani para Pagina 12

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