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Sobre el costo de la agenda mediambiental

Por: Alejandro Di Palma

Hemos visto como corolario de la COP26(cumbre climática), una meta de reducción a CERO del CO2(dióxido de carbono) para el 2050, una meta de descarbonización bastante exigente, veamos sus implicancias para luego analizar si es políticamente viable.

LOS COSTOS

Según un estudio publicado por la revista “Nature”, el costo (con la tecnología actual) en EEUU de esa reducción a cero en 2050, es de U$S 11.000 por ciudadano por año, en este punto y para que no queden dudas del cálculo, están faltando 29 años de u$s 11.000 cada uno (total u$s 319.000) por habitante. Agrego que, reducir al 60% las emisiones tendría un costo muchísimo más contenido, de u$s 2.000 hab/año.

Veamos ahora cuanto está dispuesto a pagar un ciudadano americano a través de impuestos que elevan el valor de los servicios (luz, gas, etc), el precio del combustible, etc. para combatir el cambio climático: Según una encuesta, el 68% de los estadounidenses está dispuesto a aceptar un cargo de HASTA u$s 100 por año. Vemos claramente que casi 2/3 de la población sólo aceptan pagar MENOS de la centésima parte de los costos de la descarbonizacion “pactada”.

ANTECEDENTES – (Algunas definiciones políticas)

Siguen algunos datos reveladores:

El acuerdo de Paris (2015), fue un acuerdo internacional NO VINCULANTE, para abordar el cambio climático mediante la reducción voluntaria de las emisiones de gases de efecto invernadero, se sumaron 195 países.

-Obama se había comprometido a reducir estas emisiones alrededor de 25% por debajo de los niveles de 2005, meta que se alcanzaría en 2025. Había comprometido u$s 3.000 Millones para ayudar a los países subdesarrollados en un “Fondo Verde” para el clima (GCF – por sus siglas en inglés).

Solo se pagaron u$s 1.000 Millones de los cuales Obama transfirió la mitad (u$s 500 Millones) TRES DÍAS antes de abandonar la presidencia de EEUU.

-El 1 de Junio de 2017, el entonces Presidente de EEUU, Donald Trump, anuncia la retirada del acuerdo de París con un discurso que transcribí parcialmente para que el lector saque sus conclusiones: “… por tanto para cumplir mi solemne deber de proteger a America y a sus ciudadanos, Estados Unidos se retirará del Acuerdo climático de Paris”.

A continuación expuso las razones que lo habían llevado a tomar aquella resolución, de entre las cuales destacaban las siguientes: “… como alguien que se preocupa profundamente por el medioambiente, que lo hago, NO puedo apoyar con la conciencia tranquila, un acuerdo que castiga a Estados Unidos(porque eso es lo que hace). Siendo Estados Unidos líder mundial en protección del medio ambiente, mientras que no se impone ninguna obligación en especial a los principales países contaminantes del mundo ….. me eligieron para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, NO a los de Paris”.

Con las dos referencias anteriores de presidentes de EEUU, aún de extremos políticos distintos, podemos interpretar cuál es la posición del Poder frente a un claro conflicto entre la verdadera voluntad de la sociedad (expresada en la aceptación de un cargo económico por descarbonizar)y la agenda climática asumida por la Política en los acuerdos internacionales.

Se trata de que, una vez resuelta la ecuación económica del costo de esa agenda medioambiental, el ciudadano interpreta el empobrecimiento que esto implica y conforme ese posible cargo económico, resuelve su NO adhesión, seguramente, ESE es el motivo de la coincidencia en “los hechos” de los distintos gobiernos de EEUU que pasaron por el poder en este último tiempo (Trump-Obama).

Alternativas – posibles caminos

Sin abrir juicio alguno, entiendo que existen tres posibilidades para la actitud de los gobiernos que, a pesar de lo oneroso de la agenda decidan seguir adelante, a saber:

-La primera alternativa para resolver el conflicto anterior, es publicitar la agenda medioambiental para que la sociedad acepte voluntariamente el costo de la descarbonizacion.

-La segunda es que los gobiernos sigan adelante con esta agenda costosa y ante el empobrecimiento social que implica su costo, culpen del mismo a la desigualdad, a los ricos, a la evasión fiscal, a la falta de austeridad, a la deuda y sus intereses, a la inflación, a la inmigración, a China o a la combinación parcial o total de todos estos elementos anteriores o algunos otros.

-La tercera deviene de lo incompatible de agenda medioambiental y su costo social con la democracia liberal, este escenario nos llevaría a un gobierno de “tecnócratas climáticos”, que repriman o censuren a “los negacionistas“ que cuestionen la “indisputable verdad de la agenda climática” con su costo económico que implica empobrecimiento, estaríamos en un caso similar al actual “modelo Chino”.

Como observación final vemos que, tanto la segunda como la tercera alternativa, sostienen agendas disociadas de la voluntad popular, por tanto complicadas para llevar adelante.

UNA AGENDA NACIONAL

En el caso de nuestro país, vemos que nadie se ha tomado el trabajo de evaluar y publicar el verdadero costo económico de esta agenda medioambiental, a la que, al contrario de EEUU, nuestros sucesivos gobiernos han adherido en forma inconsulta.

Ante la realidad asfixiante de que, localmente, el promedio de los sueldos, llevados a dólares, viene cayendo como piano, el país presenta niveles de pobreza superiores al 40% y un nivel de indigencia superior al 10%, resulta absolutamente temeraria la suposición de que este grupo tan frágil, pueda asumir voluntariamente los costos que se evitan mencionar.

No es intención de esta editorial, el tomar posición sobre este tema, simplemente advertir sobre la falta de información en la que se prefiere conducir la problemática medioambiental, siendo que resulta probable que la agenda medioambiental a la que se nos está dirigiendo, NO resulte ser aceptada por un importante grupo de personas que hoy se encuentran más preocupados por las necesidades básicas insatisfechas y otro grupo igualmente numeroso que se esfuerza por evitar caer en la pobreza, que en nuestro país es una trampa mortal de la que no se sale.

Más allá de lo “chick” que resulta la inclusión medular en todo discurso del “medioambiente”, se evita la comprensión acabada del concepto de sustentabilidad, cuyo fin último es “la sociedad” y NO el medioambiente como un fin en sí mismo.
Luego, la pregunta que subyace es: … “seremos en 2050 más ricos cómo para aceptar voluntariamente esta agenda medioambiental?”

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