Luego de la ruidosa pérdida el 12 de mayo de la codiciada ciudad de Córdoba y, una semana después, de Santa Rosa -con el peronismo como ganador de esos duelos-, el radicalismo afila los dientes para defender en las urnas la continuidad en el poder hasta 2023 en otras siete capitales provinciales, en el marco de un calendario electoral desdoblado que ya anotó nueve derrotas al hilo para Mauricio Macri.
Las batallas que se vienen en ese rubro anotan a Paraná y San Salvador de Jujuy (el 9 de junio), a Santa Fe (el 16 de ese mes), a Mendoza (el 29 de septiembre, con PASO el 9 de junio) y a Río Gallegos (el 27 de octubre).
Pero, además, se suman otras dos capitales hoy comandadas por ucerreístas: si bien ya transcurrieron cuatro comicios provinciales, en sólo dos se votó además intendente capitalino. En cambio, sufragarán en fecha desdoblada las ciudades de Neuquén (sería en septiembre, luego de que el 10 de marzo fuera reelecto el gobernador Omar Gutiérrez, del MPN) y Viedma (también votaría en septiembre, mientras que el 7 de abril Arabela Carreras resultó ungida como gobernadora electa).
Las moralejas que arrojaron las caídas de las plazas de Córdoba y Santa Rosa y los desafíos que se vienen en las otras capitales serán parte del análisis y las definiciones que tejerá el próximo lunes en Parque Norte la Convención Nacional de la UCR, en medio de las tensiones con la Casa Rosada por el armado de la fórmula presidencial para el 27 de octubre, y muy lejos de los tiempos de euforia electoral de 2015 y 2017.
El radicalismo comanda hoy nueve capitales, pero viene de caer el 12-M en la ciudad de Córdoba (la segunda del país) por el triunfo de Martín Llaryora -arrastrado por la contundente reelección de Juan Schiaretti- ante un Cambiemos estallado que se partió entre Luis Juez (Córdoba Cambia) y Rodrigo de Loredo (por la histórica Lista 3). Por primera vez desde el retorno de la democracia, el 10 de diciembre el saliente Ramón Mestre entregará la conducción de la ciudad a un peronista, que ganó con un frente peronista.
El domingo pasado, en tanto, fue el turno del camporista Luciano Di Nápoli, que se impuso en Santa Rosa bajo un sello del peronismo unido y clavó en sólo cuatro años la gestión del radical Leandro Altolaguirre (Cambiemos), que se quedó sin reelección.
Esa primera radiografía marca un doble fenómeno, que puede crecer: el de capitales que en este turno electoral cambian de signo político, marcadas por el rebote de un voto castigo contra la Casa Rosada, y que pasan a alinearse con los oficialismos provinciales, hasta ahora ganadores.
Son otros tiempos para los boina blanca: en 2015, el radicalismo sólo había perdido Resistencia, con el triunfo del peronista Jorge Capitanich sobre el radical Leandro Zdero.
En línea con Córdoba y Santa Rosa, y Primarias mediante, ya las capitales entrerriana y santafesina delinearon también un primer mal trago para el centenario partido, enmarcado en Cambiemos.
En Paraná, tierra del radical Sergio Varisco -hoy candidato a su relección- quien más sufragios cosechó el 14 de abril fue el peronista Adán Bahl (y también el justicialismo como frente). El actual vicegobernador marcha así con el pie derecho hacia las generales del 9 de junio, día en que promete traccionarle votos desde arriba el gobernador Gustavo Bordet, ganador de las Primarias ante el radical Atilio Benedetti (Cambiemos).
Asimismo, en las PASO de Santa Fe, que gobierna el ucerreísta José Corral (hoy aspirante a gobernador por Cambiemos) el precandidato más votado fue el socialista Emilio Jatón (del Frente Progresista Cívico y Social, que para la gobernación lleva a Antonio Bonfatti). En la pulseada a intendente Albor “Niky” Cantard (Cambiemos) quedó en segundo lugar, y el duelo final se librará el 16 de junio, con Jatón a la cabeza de las expectativas.
Como en el caso de Paraná, en tanto, en San Salvador de Jujuy buscará su reelección (hacia un cuarto mandato) el 9 de junio el radical Raúl “Chuli” Jorge. Una aspiración que no se toparía con demasiados riesgos (la paleta opositora incluye por el PJ a Diego Palmieri), en línea con el probable triunfo -descuentan en la Casa Rosada- de Gerardo Morales en su carrera hacia la reelección.
En cambio, en el caso de la capital mendocina, el actual intendente, Rodolfo Suárez, peleará la gobernación en las PASO del 9 de junio en pos de su pasaporte hacia el 29-S por Cambia Mendoza (Alfredo Cornejo, titular de la UCR nacional, no puede aspirar a otro mandato), mientras que Ulpiano Suárez fue el ungido por la línea interna oficialista para batallar su sucesión en la ciudad, aunque deberá pasar primero por las Primarias, que del lado peronista agita para la intendencia al presidente del PJ y diputado nacional Guillermo Carmona, entre otros.
En Río Gallegos, en cambio, las elecciones serán recién el 27 de octubre -en simultáneo con la compulsa presidencial, y después de la contienda a gobernador del 11-A- y esos tiempos dilatan las definiciones. A priori, el intendente Roberto Giubetich podría buscar su reelección.
En Neuquén, en paralelo, en septiembre (sería el 15) se dirimirá la sucesión del intendente de extracción radical Horacio “Pechi” Quiroga, quien el 10 de marzo quedó tercero en la compulsa por la gobernación (Cambiemos).
Para la intendencia en el oficialismo se ventila al funcionario local Marcelo Bermúdez, mientras que el MPN marchará con el ministro de Trabajo provincial, Mariano Gaido, (apuesta a cambiar el signo político, tras 20 años) y quiere volver Jorge Sobisch (Democracia Cristiana). Asimismo, en Viedma, el intendente José Luis Foulkes convocaría a comicios en septiembre (barajan el 29) y batalla conservar el control radical del municipio, con candidato aún sin oficializar tras el tercer puesto de Cambiemos (con Lorena Matzen) en la votación provincial. Podría enfrentar a un peso pesado, si desde el Gobierno de Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro) confirman la postulación del vice, Pedro Pesatti.
Fuente: Ambito