El embajador argentino en Israel, Sergio Urribarri, habló en exclusiva con Ynet Español, en la primera entrevista que concede a un medio internacional. Los recientes acuerdos de paz y las posibilidades de desarrollo del comercio bilateral que se abre tanto para Israel como para la Argentina. La histórica relación de amistad entre ambos países y el puntapié relevante y fundamental de la visita del presidente argentino, Alberto Fernández, a Israel en enero pasado.
En épocas de pandemia no es fácil conseguir ni conceder entrevistas. Por eso, entre otras cosas, tardó tanto en concretarse el reportaje al embajador de la República Argentina en Israel, Sergio Daniel Urribarri.
El ex gobernador de la provincia argentina de Entre Ríos no para, hasta es difícil sentarlo para una entrevista. No parece el embajador que uno imagina, su agenda se parece más a la de un dirigente político que a la de un diplomático. “No tengo nada que ver con la diplomacia, yo siempre aclaro, soy político, fui gobernador, ésa es mi identificación”, aclara.
Quizá por su perfil político es que fue elegido para la estratégica embajada argentina en Israel. Para la Argentina, este país del Medio Oriente parece ser una puerta de entrada o de consolidación de otros mercados de la región.
–¿Cómo fue su designación al frente de la Embajada argentina en Israel, teniendo en cuenta que es un hombre que viene de la política?
–Cuando el presidente Alberto Fernández me invitó a servir al país como embajador en el exterior había destinos en Europa y América latina, pero elegí como destino el Estado de Israel. Porque fui gobernador de Entre Ríos durante dos períodos y es conocido el vínculo intenso que tiene mi provincia con la comunidad judía, que en muchos aspectos ha sido fundacional. Nací y me crié en un pueblo que se llama Arroyo Barú, que está rodeado por colonias judías, y en mis gestiones como gobernador trabajamos con la comunidad judía y logramos cosas importantes. Una acción que me enorgullece en particular es el establecimiento por decreto en 2011 de la enseñanza obligatoria de la Shoá en todas las escuelas públicas y privadas de la provincia. Este conocimiento se sigue impartiendo y se convirtió en una política de Estado al servicio de la memoria.
Esos y otros factores influyeron en mi elección de este destino y por supuesto también el vínculo histórico, social y cultural profundo que une a ambos países y ambos pueblos. Lógicamente también pesó la importancia actual de Israel, que es un país muy próspero con una economía integrada al mundo y una gran vocación hacia el comercio exterior, destacado a nivel global en el campo de la tecnología. El Presidente nos planteó los ejes de nuestra misión, que involucran fortalecer la relación bilateral tanto en lo atinente al comercio exterior, como en lo vinculado con la cooperación en el campo de la tecnología y el conocimiento, en el que Israel tiene un desempeño destacado a nivel global.
–¿Cómo lo recibieron en Israel y cómo está la Argentina vista desde este país?
–Desde mi llegada mantuve contactos con numerosos interlocutores: funcionarios y dirigentes políticos, autoridades de universidades e institutos de investigación, intelectuales, científicos, empresarios, etcétera. En todos los casos la receptividad fue realmente excelente y estoy muy agradecido. En Israel la Argentina tiene muy buen nombre y existe una simpatía generalizada hacia nuestro país, tanto por la presencia de una enorme y muy destacada comunidad argentino-israelí, como por la amplia difusión de productos culturales argentinos.
Por otro lado, a nadie escapan los problemas que afronta el mundo en el plano económico, que se ven agravados por las consecuencias de la pandemia mundial. No obstante, hay un gran interés en fortalecer el comercio y en favorecer todo tipo de intercambios.
–Y, en ese marco, ¿cuáles son las áreas en las que ve más posibilidades de intercambio?
–El comercio, claramente, es una de esas áreas y es uno de los ejes de nuestra misión. La necesidad de nuestro país de superar la restricción externa requiere que demos un salto cuantitativo y cualitativo en el terreno de las exportaciones. En este campo creemos que existen grandes posibilidades. Otro ámbito importantísimo es el de la cooperación científica y tecnológica. Estamos trabajando para acercar a las autoridades de agricultura y de ciencia y tecnología. En el primer caso, sería muy valioso para ambos países cooperar en lo que refiere a riego en zonas semiáridas. En esto, Israel es una referencia clave, y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) argentino tiene una importante trayectoria también.
Lo mismo sucede en el campo de la tecnología satelital o la nanotecnología. Y, para articular la cooperación en estas materias, contamos con una ventaja: científicos argentinos que se desempeñan en distintas instituciones aquí en Israel, deseosos de ayudarnos. Mucho se especula también sobre cuánto tardará en recuperarse el turismo en los próximos años. Confío en que será más temprano que tarde y, cuando así sea, la Argentina debe usar la oportunidad para vincularse con el mundo de una manera original, que le permita mostrar todo su atractivo turístico.
–Como usted lo señala, Israel es un país con un gran desarrollo tecnológico. ¿Cree que la Argentina podría salir favorecida en un intercambio de ese tipo?
–Pensamos en adoptar inteligentemente todos aquellos avances e innovaciones israelíes que resulten útiles para la Argentina en áreas como agricultura, ciencia y tecnología, salud y educación, entre otras. En Israel, todas las universidades, institutos de investigación e institutos tecnológicos poseen departamentos de transferencia de tecnología, y uno de nuestros objetivos es promover y facilitar el contacto entre estas unidades y sus equivalentes en Argentina. Ya visité instituciones de primer nivel como la Universidad de Tel Aviv, la Universidad Hebrea de Jerusalem, el Instituto Weizmann, el Instituto Volcani, el Hospital Hadassah, el Centro Peres, entre otros, y seguiremos con esa agenda.
Estamos trabajando activamente en la implementación de un programa de becas para estudiantes argentinos que les propuse a las autoridades del Instituto Weizmann, para lo cual hablé con Hugo Sigman, que es el presidente Asociación de Amigos del Weizmann en la Argentina, y con nuestro Ministerio de Ciencia y Tecnología. Todos coinciden en que esto es viable, para lo cual faltan definir algunos detalles del programa.
Con el Ministerio de Salud israelí estamos avanzando en estrategias para la cooperación y transferencia de tecnología en lo vinculado con el cannabis medicinal, que es otra área en la que Israel ha conseguido logros muy relevantes.
–¿Tiene la Argentina productos que puedan ser interesantes para Israel, además de la carne kosher? ¿Ve otras áreas para el intercambio comercial?
–Argentina le vende a Israel carne vacuna (enfriada y congelada), pescado congelado y otros agroalimentos: jugos de cítricos, residuos de la soja, porotos alubia, garbanzos, etcétera. Se trata de un rubro tradicional de exportación nacional y existe gran interés por los alimentos envasados también provenientes de la Argentina. La intención es aumentar el volumen de cada uno de estos esquemas de negocios.
Además, trabajamos para abrir el mercado a nuevos productos y para ello sondeamos permanentemente a los importadores locales, para conocer qué bienes demandan o podrían resultarles de interés y transmitimos esta información de inmediato a Argentina.
Hemos detectado oportunidades para alimentos orgánicos, un sector en crecimiento en nuestro país y en el mundo, en sésamo, arándanos, choclo en lata, pasta de quinoa, yerba mate; pero también en motores y frenos, maquinaria pequeña para la construcción, turbocompresores para vehículos y cerraduras…
–¿Cómo percibe al empresariado israelí en relación con la Argentina?
–Nuestro objetivo es que las empresas productoras argentinas encuentren socios israelíes con quienes explotar conjuntamente las potencialidades de nuestro país. Específicamente podemos pensar en las grandes extensiones de tierra que pueden hacer uso de sistemas de riego tecnificado, y empresas dedicadas a la producción frutihortícola y otras del rubro agrícola, deseosas de generar asociaciones que les permitan crecer. En todo lo que se relaciona con el desarrollo de agricultura de precisión, como puede ser el empleo de sensores en el agro, hay potencial para que empresas israelíes inviertan. Asimismo, hay iniciativas vinculadas con el desarrollo de energías renovables, como la energía geotérmica, que atraen a inversores extranjeros. Hay al menos tres provincias argentinas en las que se están evaluando proyectos de esta naturaleza.
–Otra área en la cual Israel tiene gran desarrollo es defensa. ¿Ve posible algún tipo de intercambio en este rubro?
–Estamos trabajando con nuestro ministro de Defensa, Agustín Rossi, definiendo áreas de interés común y evaluando distintas posibilidades y modelos de intercambio. El ministro Rossi conduce un proceso tendiente a optimizar los recursos de las Fuerzas Armadas argentinas, y la cooperación con Israel es parte de esa agenda. Uno de los proyectos en marcha es reflotar la modernización de las unidades del Tanque Argentino Mediano (TAM), que es el vehículo de combate insignia del Ejército Argentino. Hemos estado ya en contacto con representantes del Ministerio de Defensa israelí en aras de este objetivo y esperamos poder concretarlo.
–La Cancillería argentina adoptó la definición de antisemitismo de IHRA, lo que fue muy bien recibido en Israel, al igual que la visita del presidente Alberto Fernández de enero. ¿Eran pasos necesarios para fortalecer la relación bilateral?
–El hecho de que nuestro presidente haya decidido que su primer viaje internacional como jefe de Estado tuviera como destino a Israel, así como los contactos que mantuvo con el primer ministro Netanyahu, con el presidente Rivlin y con otras autoridades durante su visita, tuvieron una repercusión muy positiva. Todas las personas con las que vengo dialogando mencionan la importancia de su visita y sus efectos beneficiosos para la relación bilateral. Y lo mismo ocurre con la decisión de nuestro canciller Felipe Solá de adherir a la definición de antisemitismo de IHRA. El vínculo entre ambos países y ambos pueblos es espontáneamente profundo y data de muchos años, pero sin dudas estas acciones fueron clave para esta etapa de la relación bilateral, que es claramente óptima.
-¿Cómo posiciona este acercamiento comercial y político a Israel a la Argentina con respecto a otros países de la región, concretamente el mundo árabe y musulmán?
–Nuestra Cancillería está llevando adelante un proceso de reconstrucción de las capacidades de la política exterior argentina. Un primer paso que dio el presidente en ese sentido fue el de restituir al Ministerio de Relaciones Exteriores, que ahora se llama Ministerio de Relaciones, Comercio Internacional y Culto, el manejo de las políticas de inversiones y promoción del comercio exterior. Argentina pretende aumentar sus exportaciones de 65 mil millones de dólares a 100 mil millones, y para eso hay que estrechar relaciones. Lo que detectó Cancillería es que tenemos una oferta exportable concentrada en pocos productos, pocas empresas y pocos países. Hay muchas regiones muy importantes donde hemos perdido presencia.
En ese marco, se realizó desde la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales un diagnóstico que muestra que la relación comercial con los países del mundo árabe tiene un gran potencial. En conjunto, se trata de 22 países que totalizan más de 500 millones de consumidores. El secretario Jorge Neme se reunió días pasados con todos los embajadores y encargados de negocios de los países árabes en nuestro país, junto a la Cámara de Comercio Argentino-Árabe, con la meta de profundizar los vínculos comerciales, que tienen un potencial enorme. Luego hizo lo propio nuestro canciller, Felipe Solá, quien marcó que la Argentina tiene una gran complementariedad y ventajas comparativas con las demandas del mundo árabe. En esa línea, ya se está armando desde Cancillería una agenda país por país. Todo esto resulta muy importante para la Embajada Argentina en Israel dado que los países árabes aquí son nuestros vecinos.
Estamos trabajando en relación con la certificación kosher, con capacitaciones y rondas de negocios. Y la certificación kosher cumple en general los requisitos de la halal, por lo que esos productos pueden ser comercializados en el mundo musulmán. Vemos una posible ventaja, especialmente en materia comercial, a partir del acuerdo alcanzado entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, que entendemos abre para Argentina una ventana de primer orden en el terreno de los negocios. Israel puede funcionar no sólo como destino final de exportaciones argentinas sino también como punto intermedio de esa operaciones comerciales. Podríamos en este contexto vislumbrar asociaciones entre nuestros productores y los empresarios israelíes para penetrar conjuntamente el mercado árabe.
–¿Ve positivos para la Argentina los acuerdos a que está llegando Israel con países con los que no tenía contacto diplomático, como Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y otros que podrían sumarse?
–La normalización de relaciones entre Israel y los Emiratos representa una oportunidad para nuestro comercio exterior que debemos observar con detenimiento. Emiratos es un país inmensamente próspero, con un PBI de más de 410 mil millones de dólares. Se trata de una economía altamente integrada al mundo, con una importante orientación hacia el comercio exterior. Poseen la segunda economía más importante del Golfo Pérsico y su PBI es apenas menor que el de la Argentina, aunque tiene menos de un cuarto de su población.
Por otra parte, tanto Israel como los Emiratos se encuentran ubicados en sendos lugares estratégicos, el Mediterráneo Oriental y el Golfo Pérsico, en la articulación de Asia y Europa, lo cual representa una ventaja comercial. Al igual que Israel, Emiratos Arabes Unidos es destino de exportaciones argentinas de alimentos. Si bien las importaciones emiratíes no se centran únicamente en este rubro, las condiciones climáticas adversas generan una necesidad de prácticamente toda variedad de alimentos. Según datos del INDEC, la Argentina exporta a Emiratos, entre otros productos, maíz, cebada, pellets de soja, fundiciones de acero, lácteos, maníes, carnes, papeles, aparatos eléctricos y garbanzos. Muchos de estos productos son también exportados por nuestro país a Israel.
La posibilidad de amortización de costos de flete resulta clara. A su vez, productos como las peras y manzanas, los maníes, la merluza y los camarones congelados, así como los jugos de cítricos nacionales, que hoy en día exportamos a Israel, podrían ser reexportados desde aquí hacia ese mercado.
–¿Conocía Israel? En el poco tiempo que lleva en el país, ¿qué es lo que más le gusta?
–No conocía Israel y me encontré con un país maravilloso que impacta por su modernidad y también por su cultura y su historia. En comparación con nuestros recursos naturales excepcionales, Israel es un país con una superficie pequeña, con poca tierra fértil, con escasez de agua, que debe importar petróleo y aun así muestra una economía fuerte, tiene un desempleo bajo y tiene un desarrollo tecnológico a la vanguardia mundial. Queda claro que es mucho lo que podemos y tenemos que aprender de esta Nación, y ésa es una de nuestras metas.
Es destacable el modo en que Estado y sociedad cooperan en Israel. Me refiero, por ejemplo, a lo relacionado con las iniciativas público-privadas, que generan desarrollo. Se trata de una cultura muy horizontal y pragmática; y en ese marco los distintos actores logran unirse para avanzar hacia un objetivo común.
–¿Cómo percibe, ya como político pero también diplomático, el histórico conflicto israelí-palestino? ¿Cree que se logrará la solución de dos Estados?
–La postura del gobierno argentino sobre este tema fue expuesta con claridad por nuestro presidente en enero, cuando visitó Israel y dijo que Argentina reconoce, por convicción y por respeto a las decisiones de Naciones Unidas, a los dos Estados, y que nuestro país siempre propició, y continúa propiciando, la convivencia pacífica entre los dos pueblos.
Comprendemos la complejidad del tema, que lleva décadas sin solución, pero, tal como dijo nuestro presidente, nunca vamos a renunciar a soñar con la paz. Esto es parte del compromiso permanente de nuestro país con la solución pacífica de las controversias internacionales, tanto en el caso del Medio Oriente como en los demás conflictos que asolan al mundo.
–¿Qué tiene de diferente el mundo diplomático del mundo político?
–Procuramos darle a la embajada una impronta de trabajo muy ejecutiva, en consonancia con la noción actual de la función de la diplomacia, que es un poco distinta de la imagen tradicional que tenía más que ver con las relaciones sociales o institucionales, que por supuesto también cultivamos. En particular, después de tantos años en función ejecutiva al frente del gobierno de una provincia, me siento muy cómodo con el pragmatismo y el carácter resolutivo de los israelíes, y busco capitalizarlo para todas nuestras acciones.
Fuente: Ynet Español